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Ernesto Priani es el Secretario Académico de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y vicepresidente de la Red de Humanistas Digitales (México).
Ernesto Priego: Dinos por favor quién eres y qué haces, dónde y cómo…
Ernesto Priani: En este momento no me es fácil decir quién soy. Se que siempre es difícil, pero en este instante eso se complica aún más, porque lo que alguna vez tuve más o menos claro ahora es de una forma en la que yo no esperaba que fuera.
Digamos, en primer lugar, que soy un filósofo. Que como filósofo me ha interesado siempre la historia de la filosofía, en particular la historia del pensamiento europeo del Renacimiento, y más concreto todavía, la reflexión en torno a la magia que hacen los filósofos de esa era. Ese interés ha entrado en relación con mi inquietud por las humanidades digitales, y en particular, por el marcado de textos como estrategia de lectura e investigación, aplicado de manera particular a los libros antiguos.
Pero mi interés por las humanidades digitales no se ha quedado sólo en su desarrollo y aplicación dentro del trabajo académico. Estoy convencido que el futuro de las humanidades y de su posibilidad de supervivencia dentro de la academia pasa por la incorporación de metodologías y tecnologías computacionales.
Debido al atraso en el uso de tecnologías en México, país en el que vivo y donde he desarrollado mi vida profesional, he decidido impulsar la adquisición de estos instrumentos activamente, enseñando a mis colegas, a mis alumnos, pero también organizando a quienes se conciben como humanistas digitales en una Red de Humanistas Digitales, de la que actualmente soy vicepresidente.
Este mismo interés ha guiado mi actividad como funcionario universitario, desde hace un año soy Secretario Académico de la Facultad de Filosofía y Letras de mi universidad, la Universidad Nacional Autónoma de México. No sólo al interior de mi Facultad he impulsado actividades relacionadas con ésto, sino como supervisor del área de cómputo, hemos comenzado a reorientar la función de esa área dentro de la Facultad. Como funcionario me he involucrado también en los comités de publicaciones digitales y de ITunesU de la Universidad, que diseñan las políticas de creación de contenido digital de la propia institución.
En suma, hago coexistir al humanista cuyas preguntas sobre la historia del pensamiento se mantienten, que enseña e investiga en esa área, con el humanista digital que investiga y enseña utilizando instrumentos, y es un activista de la adopción de tecnología en el ámbito de las humanidades.
Ernesto Priego: Todos los días me encuentro con todo tipo de opiniones que muestran no sólo una incomprensión sino una clara desconfianza por la actividad académica que utiliza medios digitales. ¿A qué tipo de obstáculos te has tenido que enfrentar y cómo lo has ido solucionando?
Ernesto Priani: Los obstáculos han sido y continúan siendo muchos. Quiero pensar que el primero de ellos es personal, porque un día te das cuenta que haces cosas que los demás no hacen o, si las hacen, no le dan el valor que tu consideras que tienen. Eso te pone en una posición en la que no estás completamente seguro del camino que estás siguiendo y en la que por lo regular terminas preguntándote si no te habrás equivocado por completo.
Yo lo he vivido con mucha emoción, como cuando se afronta un riesgo. Pero también con mucha incertidumbre. Particularmente en los casos en que se hacen evidente obstáculos más tangibles. Uno es la incomprensión de los colegas, de las autoridades académicas y no académicas. Esa incomprensión es muy a menudo sólo desinterés por escuchar, por entender, por compartir el trabajo. Otras veces son verdaderos rechazos: de solicitud de fondos para proyectos, de apoyos específicos o de reconocimiento institucional.
Desde mi punto de vista, esto tiene como fuente la idea de que las humanidades están consituidas por una tradición que ya las ha definido de manera definitiva. Bajo esta perspectiva, dentro de las humanidades existe la posibilidad de la novedad y de la originalidad, pero no de la innovación.
Justamente esta última noción, que nos viene del mundo de la tecnología, es para la que no parecen estar preparados los humanistas, sobre todo porque tiene implícito un sentido profundamente disruptivo para una comunidad que se ha dedicado a cultivar lo contrario: la preservación. La única manera de enfrentar este último obstáculo ha sido discutir qué son las humanidades y tratar de introducir entre los temas de la comunidad, la visión de unas humanidades que utilizan metodologías e instrumentos computacionales, como antes usaban y tarjetas para tomar notas.
No puedo dejar de señalar que en un país con recursos limitados como es México, un obstáculo innegable ha sido la carencia de insfraestructura disponible, la falta de recursos humanos y financieros, y la carencia de instalaciones idóneas. Esto ha implicado siempre, que el inicio de cualquier proyecto digital tenga que contemplar no sólo el desarrollo del mismo, sino el desarrollo de las condiciones de su propio desarrollo en términos de infraestructura, capacitación, recursos humanos, etcétera.
La forma en que yo, en lo personal he enfrentado esto, pero me parece que también muchos otros, es haciendo proyectos modestos que se articulan como proyectos pedagógicos, al tiempo que etapas dentro de un proyecto más complejo a consolidar con los años. Es decir, como una pequeña pieza en un rompecabezas más grande.
Ernesto Priego: Cuéntanos cómo te fue en Hamburgo… ¿con qué te quedaste del congreso y qué esperas haberles dejado?
Ernesto Priani: Me fue muy bien. No sólo se trata de un congreso que disfruto muchísimo porque siento que pertenezco completamente a él, sino porque resultó de lo más interesante y nutritivo, tanto desde el punto de vista académico como desde el punto de vista de participación comunitaria. Como siempre hubo proyectos y discusiones muy relevantes -yo participé sobre todo en las que me son más afines por razones de mis proyectos personales, TEI, bibliotecas digitales y herramientas de lectura a distancia-, pero sobre todo es un encuentro con muchísima vida comunitaria, pues las organizaciones que lo promueven llevan a cabo un trabajo basado en la formación de una sólida comunidad académica, que enfrenta conjuntamente problemas y retos.
Este año yo me llevo conmigo muchísimas ideas, en particular, las presentadas alrededor del proyecto Agora (ver también este vínculo) y porque en la Universidad estamos comenzando a trabajar en la dirección que sigue ese proyecto, y las expresadas por por Claudine Moulin en la conferencia inagural sobre la infraestructura de Cómputo para las Humanidades de la Unión Europea. Además de la discusión de Dino Buzzetti y Manfred Thaller. Pero también el interés específico de la ADHO y de la ACH, comunidades a las que pertenezco, por las comunidades poco representadas, particularmente la de Latinoamerica y China.
Qué dejó yo: Isabel Galina y yo presentamos un póster sobre la Red de Humanidades Digitales, la naciente organización de humanistas digitales en México. Me parece que a partir del póster, como de los contactos personales, dejamos en claro que algo está pasando en México. Que incluso hemos consolidado algunas cosas que todavía no comienzan a formarse en otros países de habla hispana, y eso nos hace un interlocutor interesante para las organizaciones internacionales.
Ernesto Priego: Últimamente ha habido en ciertos círculos discusiones sobre un tipo de tensión entre la teoría y las humanidades digitales. ¿Son las humanidades digitales una moda pasajera? ¿Cuál es la percepción en México?
Ernesto Priani: Esta es una pregunta bien difícil de responder actualmente. Digamos que en México el concepto de humanidades digitales apenas comienza a ser difundido y adoptado por algunos segmentos de las comunidades que conforman las humanidades. Por el momento, uno podría decir que más que una moda o un campo ya claramente establecido es una avanzada.
Por supuesto, uno puede preguntarse una avanzada de qué. Y la respuesta, desde mi punto de vista es la siguiente: es al mismo tiempo la introducción de una idea y de una promesa. Una idea, porque le da nombre a algo que ya se hace -puesto que se han emprendido ya numerosos proyectos de investigación en humanidades con recursos digitales- y en la medida en que denomina, arropa y produce sentido.
Transforma, pues, aspectos “secundarios”, por ejemplo los instrumentos o los productos digitales, en un tema relevante y de primer orden, y clarifica la actividad que algunos investigadores llevan a cabo. Es también una promesa, porque se espera que con la digitalización las humanidades cambiarán constructivamente. Me sería difícil de qué manera se espera que cambie.
En México no he escuchado, como si lo he hecho en las reuniones internacionales, que las humanidades digitales aproximarán más las humanidades a las ciencias. Tampoco he escuchado que hubiera una confrontación entre humanistas prácticos y teóricos. La discusión se ha presentado a la hora de intentar integrar cursos de humanidades digitales en las carreras tradicionales, entre quienes ven natural que estos cursos se integren y quienes sostienen que no, porque no se trata de cursos de humanidades en sentido estricto.
En todo caso, es muy temprano para decir cualquier cosa definitiva sobre las humanidades digitales. En mi opinión, las humanidades ya no volverán a ser las mismas y la expectativa será solamente ver hasta qué punto lo digital es todavía un tema, y cuando se convierte en un instrumento tradicional.
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